EL OJO CLINICO DE LA TECNOLOGIA

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domingo, 9 de mayo de 2010

The Pirate Bay: El gato y el ratón

Millones de ojos contemplan con expectación la guerra entre los fundadores del tracker más famoso del mundo y sus archienemigos, las sociedades de gestión de derechos de autor. Las hostilidades comenzaron cuando fueron denunciados a las autoridades suecas por el mero hecho de ser los dueños de unos servidores que proporcionaban enlaces a archivos en el protocolo torrent. La justicia dio la razón a la industria cinematográfica y le cayeron multas millonarias y hasta penas de cárcel. Hoy día siguen sin pagar y sin pisar la prisión, gracias a la audacia de estos valientes que no se dejan cazar sin ofrecer resistencia.

Digno del guión de una buena película de suspense, los fundadores de The Pirate Bay mantienen una batalla contra el sistema de la que por ahora han conseguido salir victoriosos a pesar de que hace un año Fredrik Neij, Peter Sunde Kolmisoppi, Gottfrid Svartholm Warg y Carl Lundström fueron condenados a prisión y pago de indemnizaciones por piratería. La justicia sueca se pronunció en contra de estos cuatro visionarios digitales y dejó claro que no permitiría más escaramuzas encaminadas a fomentar el intercambio de archivos protegidos por derechos de autor. Sin embargo, ellos no han aceptado la imposición del sistema, que ya sufrió graves irregularidades durante el mismo proceso judicial, pero que, finalmente, obtuvo el beneplácito de las autoridades para proceder contra ellos. Hoy día, la sentencia está apelada a una instancia superior y se encuentra a la espera de nuevo fallo.


La justicia sueca sentenció duramente a los fundadores de TPB

Peter Sunde y sus colegas no han esperado a que se salga la nueva sentencia. Simplemente han cambiado de nacionalidad para evitar que la justicia sueca pueda echarles el guante. Primero fueron los servidores, que se los llevaron a las Islas Seychelles, un país independiente donde las leyes de la propiedad intelectual no funcionan como el resto de países occidentales. Ahora han sido ellos los que han renunciado a la nacionalidad sueca y se han convertido oficialmente en ciudadanos seychellenses. Todos excepto Peter Sunde, que no necesita esta artimaña puesto que él posee la doble nacionalidad noruega y finlandesa. Con esta estrategia eluden la acción de la justicia sueca, que no tiene jurisdicción en las Islas Seychelles y necesitará un complejo proceso de extradición para lograr que los inculpados empiecen a pagar sus penas en Suecia. Si es que lo consiguen algún día.

                                        Incluso cárcel les piden a los creadores de TPB
La sentencia a un año de cárcel y al pago de una multa de 30 millones de coronas suecas (EUR 3.124.950 / USD 4.156.130), e indemnizaciones de importe variable a los estudios cinematográficos 20th Century Fox, MGM y Columbia, tendrá que esperar muchos años antes de que sea llevada a cabo. Hay que tener en cuenta el tiempo que aún debe pasar hasta que la corte de apelación sueca dicte el fallo. Y luego hay que sumar otros tantos años hasta que consigan ejecutar la extradición y poder procesar así a los cuatro integrantes de esta película en que se ha convertido la lucha entre The Pirate Bay y la industria cinematográfica. Ya lo advirtió Peter Sunde en su momento: “No podemos pagar ni vamos a pagar. Y aunque tuviéramos el dinero, preferiría quemar todo lo que tengo y no les daría ni siquiera las cenizas”.

                                           Sunde y sus colegas plantan cara al sistema

Pero los dueños de The Pirate Bay no se quedan ahí. Los servidores de TPB ahora están instalados en un país que carece de legislación que proteja la propiedad intelectual, y que tampoco ha firmado acuerdos internacionales sobre la materia. Por lo mismo, es de suponer que tanto los responsables de TPB como los 4,3 millones de usuarios del sitio pueden por ahora continuar sus actividades en total impunidad. Curiosamente, y para desesperación de la industria cultural, el tracker no sólo no ha desaparecido, sino que aumenta día tras día su actividad y los usuarios lo están potenciando hasta convertirlo de nuevo en una referencia.
Sunde declaró que habían abandonado los servidores y que ellos ya no tenían nada que ver con TPB. Dice también que no ha pasado nada con el sitio en cinco años y que, únicamente, hay un responsable técnico que reinicia el servidor cuando éste queda fuera de servicio. La idea era que funcionara como HUB y que eventualmente se extinguiera por sí solo. "El problema es que continúa creciendo al mismo tiempo que sus creadores lo han abandonado. Parece tener vida propia. Y por lo mismo no puede ser relevado por un sistema más descentralizado", comenta.


Islas Seychelles, el país de donde ahora son Sunde y sus socios
Sunde asegura desconocer la ubicación de los servidores de TPB. Aclara que han sido trasladados, y que ni él ni sus ex socios saben donde están los nuevos servidores. Al respecto, explicó que después de un allanamiento realizado en 2006 se decidió que otras personas, ajenas a TPB, guardaran las IP auténticas de los servidores, lo que implica que, por ejemplo, una persona sabe donde está ubicado uno de los servidores Web, mientras que otra persona tiene la información correspondiente a una de las bases de datos, pero que estas personas no se conocen entre sí.
Una excelente táctica para impedir que sean descubiertos estos servidores, que están situados en un país que no tiene leyes sobre propiedad intelectual. Además, Sunde se defiende ante las acusaciones de los que afirman que se siguen lucrando con este negocio, alegando de modo muy irónico que él no puede hacer nada pare demostrar lo contrario: "No tengo cómo probar que no tengo una abultada cuenta bancaria en algún lugar del mundo".

The Pirate Bay está llamado a convertirse en icono del siglo 21Definitivamente, Sunde y sus amigos son mucho más que unos simples delincuentes. Con apenas 30 años, estos chavales han iniciado una protesta simbólica a nivel mundial que representa a muchísimos internautas que opinan como ellos. Se oponen a todo un sistema global dirigido por el lobby de los derechos de autor y que seguramente será recordado cuando las generaciones futuras echen la vista atrás.
Los convulsos años del principio del tercer milenio serán motivo de estudio para los historiadores venideros donde analizarán el cambio de modelo de distribución cultural y la resistencia que obtuvo por parte de las grandes industrias, siempre tendentes a mantener el status quo. En este cuento, Peter Sunde y The Pirate Bay seguramente serán candidatos firmes a convertirse en iconos del cambio y en profetas del nuevo modelo digital de intercambio cultural que está por venir. Algunos incluso les llamarán los Robin Hood de Internet. Y méritos no les faltan, la verdad.

ARTURO LUGO

Primeras neuronas digitales

La simbiosis entre biología e informática ha encontrado su acomodo neurológico en este circuito molecular orgánico computerizado que es capaz de procesar la información en paralelo y además evoluciona del mismo modo que el cerebro humano. La mente cyborg se encuentra a la vuelta de la esquina gracias a este avance propiciado por un grupo de científicos que han abierto una nueva puerta hacia el futuro. Y, por si fuera poco, ¡se autorregenera!

Los ordenadores modernos son capaces de ejecutar más de 10 elevado a 23 operaciones por segundo pero su enfoque secuencial del procesado, es decir, que tienen que realizar las operaciones lógicas una detrás de otra, lleva estancado desde 1950. Este sistema no puede rivalizar con la capacidad de proceso de nuestro cerebro, pues aunque apenas alcanza 10 elevado a 3 operaciones por segundo en cada neurona, la acción colectiva y coordinada de millones de ellas permite completar tareas de manera más eficiente que el más rápido de los superordenadores existentes.

Por ejemplo, mientras caminamos charlando con un amigo, nuestro cerebro calcula infinidad de parámetros de modo paralelo, como el equilibrio necesario para no caer, las distancias de cada paso, el control visual del entorno, el auditivo, el propioceptor, la conversación, la articulación del aparato fonador, el procesamiento de las ideas, la memoria inmediata, etc. Todo ello es posible gracias a la masiva información que es capaz de procesar nuestra mente mediante la acción paralela de millones de neuronas.

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Estas neuronas digitales pueden generar 4 estados operativos

Ahora, un equipo internacional de investigadores del National Institute of Information and Comunication Technology, de Japón, y la Universidad Tecnológica de Michigan han diseñado un circuito de “ciberneuronas” que trabajan en paralelo y que son capaces de evolucionar continuamente para resolver problemas de modo similar a como lo hacen las neuronas humanas. Este ordenador no está basado en el silicio sino en DDQ, una molécula hexagonal compuesta de nitrógeno, oxígeno, cloro y carbono que se constituye en dos capas sobre un sustrato de oro. La molécula DDQ puede cambiar entre cuatro estados (0, 1, 2 y 3) a diferencia de los interruptores binarios (0 y 1) utilizados por las computadoras digitales. Esta red de moléculas orgánicas interactúa entre sí de un modo dinámico, permitiendo una ejecución en paralelo más atomizada que la de los tradicionales hilos (“threads”) en los que un operativo multitarea divide los procesos para los núcleos de los procesadores.

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Los procesos de las ciberneuronas imitan a los humanos con gran precisión

Éstos terminan ejecutándose necesariamente en un modo secuencial para los que lógicas iguales se traducen en rutas eléctricas iguales en cada núcleo. En esta red, la misma lógica puede ser el resultado de rutas distintas en función del estado del resto de las moléculas que lo forman, posibilitando una capacidad multitarea que sólo está limitada por el número enorme que resulta de las combinaciones de enlaces que se pueden establecer en la red y la capacidad que tiene el proceso a ejecutar de dividirse en bloques que pueden ejecutarse en paralelo.

En consecuencia, su procesador puede resolver pequeños problemas que en los ordenadores convencionales son imposibles de realizar, tales como las predicciones de desastres naturales y brotes de enfermedades. Para ilustrar esta característica, han imitado dos procesos naturales: la difusión del calor y la evolución de las células cancerosas. Y para rematar la faena, los expertos han diseñado este circuito con una capacidad de autorregeneración insólita. Si una de estas ciberneuronas se muere, otra ocupa su lugar y adquiere sus funciones. Esto nos da como resultado un pequeño cerebro que abre un primer paso hacia la singularidad que predijo Kurzweil y que no tardará muchos años en llegar.

http://www.mtu.edu/news/stories/2010/april/story25874.html
ARTURO LUGO